Recibimos la visita de Osvaldo Moraes, Director del CEMADEN -Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales- de Brasil, que compartió los detalles del trabajo que el organismo realiza en la gestión de riesgo de desastres.
En enero de 2011 Brasil sufrió el desastre natural más grande de su historia. Las lluvias torrenciales en Río de Janeiro generaron inundaciones y aludes que sepultaron cientos de viviendas. Más de mil personas murieron. Esta dura experiencia reveló que el país tenía organismos de información meteorológica, organismos de asistencia en la emergencia, pero no tenía un órgano ocupado en la previsión de desastres. Este fue el origen del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales –CEMADEN-.
“Nosotros no hacemos pronósticos, ni modelado numérico, ni análisis climatológico. Nosotros monitoreamos el impacto y en base a eso emitimos alertas de desastre a las defensas civiles” indica Osvaldo Moraes, Director del organismo, para introducir el principal diferencial de CEMADEN. Esto representa un cambio en la manera de abordar los desastres, porque introduce la vulnerabilidad social como variable fundamental para determinar el riesgo de una población expuesta a una amenaza meteorológica. Brasil ya lleva casi 10 años transitando este camino, a través del CEMADEN.
CEMADEN opera las 24 horas monitoreando 957 municipios de todo Brasil. Trabaja sobre tres amenazas: inundaciones (e inundaciones repentinas), remoción de masa (aludes) y sequías. Posee una red de monitoreo ambiental compuesta, entre otros, por una red de pluviómetros automáticos, sensores geotécnicos, estaciones agrometeorológicas y estaciones hidrológicas. Pero, como explica Moraes, “nuestros pluviómetros no están instalados donde indica la Organización Meteorológica Mundial, sino donde es más probable que ocurra un desastre”.
Mapas de riesgo. Solamente en Río de Janeiro, 1 millón de personas viven en favelas. CEMADEN se ha dedicado a mapear las áreas de mayor vulnerabilidad y a recabar información pormenorizada de la infraestructura y el perfil de la población que vive allí, para saber su composición etaria, de género, sus niveles de escolaridad, de qué materiales son las viviendas, cuántas salas médicas existen, etc. Esta información ayuda a determinar qué nivel de riesgo tiene una comunidad frente a la ocurrencia de lluvias intensas, por ejemplo.
Vulnerabilidad y el rol de las mujeres. Hay estudios científicos que muestran que el rol de las mujeres es mucho más relevante que el de los hombres durante un desastre, porque son quienes se ocupan de suministrar cuidado y alimentos a niños y ancianos. “Desde CEMADEN contabilizamos, en las regiones de riesgo, cuántas son mujeres, qué nivel de escolaridad tienen, si tienen hijos o no. Son informaciones importantísimas para determinar el grado de vulnerabilidad”, explica Moraes.