Dialogamos con la Ing. Agrónoma María Methol, de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay, acerca de la complejidad de la sequía y los desafíos institucionales que la región tiene por delante.

CRC-SAS: ¿Por qué la sequía es un fenómeno complejo y diferente a  otros eventos climáticos?

MM: En el sector agropecuario la sequía depende de la cantidad de precipitación, del agua almacenada en los suelos, de la evapotranspiración – o sea, la demanda atmosférica  y de la vegetación de ese lugar.  Para declarar que hay un evento de sequía se consideran esas variables en conjunto porque, por ejemplo, la escasez de precipitación en invierno prácticamente no afecta al sector agropecuario (porque la evapotranspiración es muy baja) así que el agua que está almacenada en los suelos puede ser suficiente por un tiempo bastante largo.

La otra característica de la sequía es que es un fenómeno que empieza, va evolucionando y no se sabe cuándo termina. No es como un viento muy fuerte o un granizo. La sequía es un proceso, y su impacto en el agro va a depender de su duración, su intensidad y del momento del año en que se dé.

CRC-SAS: Es decir que también es más difícil medir sus impactos…

MM: Evaluar los impactos de la sequía es complejo, porque son impactos graduales. Incluso hay impactos que se evidencian al año siguiente, como en la ganadería por ejemplo, donde una sequía que se da en primavera o verano  puede provocar una pérdida en el porcentaje de preñez y eso se va a manifestar en la cadena cárnica recién a los dos años siguientes, porque si hubo menos procreo, habrá menos vaquillonas para entorar y novillos para engordar. Es decir que  las sequías generan  impactos directos sobre la producción agropecuaria– por ejemplo, en los cultivos, cuando se pierden toneladas de soja – pero también hay impactos indirectos en la fase agroindustrial y servicios asociados.

En una cadena agroindustrial tenemos la fase primaria, que es a nivel de campo, de productor. Luego viene la fase industrial, por ejemplo la industria frigorífica  o la molinera. Y luego los servicios asociados, como el almacenaje y secado de granos y el transporte vinculado a las cadenas de producción de alimentos.

El primer impacto de una sequía es en el productor, que va a tener menos ingresos por las pérdidas generadas por este evento como la  baja en el rendimiento  de cultivos, o el aumento en la mortandad del ganado.  Pero esto también se manifiesta en el resto de la economía, lo que constituye las perdidas indirectas. En  países como Uruguay o Argentina, en donde el sector agropecuario representa una parte importante de  la economía y de  las exportaciones, una sequía genera que finalmente  haya menos recaudación fiscal, menos divisas. Entonces, cuanto más importante es el sector agropecuario en una economía, más impacto tendrá la sequía.

CRC-SAS: A nivel económico, ¿cómo se calculan estos impactos?

MM: En Uruguay nos basamos en un trabajo de la Facultad de Economía que analizó  el encadenamiento, o sea cómo afecta un shock  -que puede ser una sequía- en el sector primario,  en la fase industrial y en el empleo. Esto se realiza utilizando modelos en base a la matriz insumo-producto que tenga cada país.

En el caso de Uruguay, las pérdidas en la ganadería por una sequía se triplican si se considera la fase industrial, los servicios asociados y la pérdida de empleo. O sea que si en la fase primaria ganadera las pérdidas son de  100 millones en el sector primario, si se considera el conjunto de la cadena agroindustrial, – la fase primaria, industrial y servicios conexos-, las pérdidas totales ascienden a 300 millones. Evidentemente, en la medición de impacto es muy importante considerar las pérdidas directas e indirectas.

CRC-SAS: ¿De cuánto han sido las pérdidas por sequías en Uruguay?

MM: En general, las sequías que ocurren en primavera y verano son las que generan mayores impactos. Según los  datos oficiales, la sequía de 2008/2009 dejó pérdidas directas en el orden de los 500 millones de dólares. Si se agregan los impactos en la fase de servicios y agroindustrial, el total de pérdidas para el país sería del orden de 1000 millones de dólares.

Siempre una pérdida directa en el sector agropecuario va a generar pérdidas en los sectores vinculados de la industria y los servicios asociados. Para dar una idea de magnitud de cómo ha impactado la sequía económicamente en el Uruguay, nosotros estimamos que en los últimos 30 años -desde el año 1988/89- hubo 7 eventos se sequías importantes para el agro. En promedio, cada una de ellas generó pérdidas directas por 380 millones de dólares por evento. Si anualizamos esas pérdidas, significa alrededor de 12 millones de pérdidas por año. Esto es un impacto muy importante para Uruguay.  Cada país debería hacer estas estimaciones para evaluar el riesgo de pérdidas por sequía y en base a ello aplicar medidas de prevención y mitigación del riesgo, así como de preparación y respuesta para eventos que generen situaciones de emergencias agropecuarias. Esta información contribuye también al desarrollo de seguros agropecuarios, por los cuales se transfiere parte de este riesgo al mercado asegurador. .

CRC-SAS: ¿Qué medidas de mitigación se pueden implementar o se están implementando en Uruguay? 

MM: Hay medidas  que se aplican  a nivel de los establecimientos productivos. Por ejemplo,  aplicar buenas prácticas de manejo de cultivos, por ejemplo sembrar en el momento correcto, para evitar los períodos de mayor riesgo de pérdidas por eventos climáticos. .  En el caso de la ganadería, estamos impulsando un conjunto de buenas prácticas en el manejo de las pasturas naturales. Por ejemplo, no tener una elevada dotación de animales por hectárea y , mantener la pastura del campo natural a una determinada altura para aumentar la resiliencia ante sequías y a su vez aumentar la productividad de las pasturas. Son medidas que favorecen la capacidad de respuesta del productor frente a un evento de sequía.

Todas estas prácticas deberían ser complementadas con una buena disponibilidad de seguros, porque el productor puede manejar o reducir el impacto de eventos no muy intensos y normalmente más frecuentes, pero cuando ocurre un evento severo, el productor no puede hacer mucho más. Entonces, si hay seguros disponibles y el productor está asegurado, se pueden compensar las pérdidas que inevitablemente el productor va a tener con la indemnización del seguro.  Por eso a mí me gusta hablar de una gestión integral del riesgo de sequía.

En Uruguay estamos tratando de mejorar la oferta de seguros. Creo que el Estado tiene mucho para hacer en este sentido. En los países en donde han logrado gestionar mejor estas cosas hay gran apoyo estatal, ya sea subsidiando las primas o apoyando de distintas formas el desarrollo de seguros adecuados. Y en toda esta articulación, la información es muy importante.

CRC-SAS ¿Qué tipo de información es necesaria para mejorar los sistemas de respuesta?

MM: El SISSA puede ayudar mucho a generar productos a partir de  información primaria. Por ejemplo, para analizar cuál es la probabilidad de ocurrencia de un desvío de lluvias en un momento del año, o sea, estimar zonas de riesgo homogéneo.

Pero el SISSA también va a trabajar en la generación sintética de datos, o sea en la simulación a partir de datos históricos, y esto puede ayudar a cuantificar la probabilidad de ocurrencia de eventos severos que aún no ocurrieron en la serie histórica que se dispone pero que pueden llegar a ocurrir.   Analizando los datos históricos y modelizando cómo se comportaron esos datos es posible conocer la probabilidad de ocurrencia de eventos de acuerdo a esa distribución.

Toda esa información, trabajando en conjunto con los ministerios y otras instituciones se puede traducir en impactos probables en los diferentes sectores de actividad. Y esa es información de utilidad para todos los actores, ya sea para generar seguros para los productores agropecuarios como  para realizar análisis de costo-beneficio de inversiones para reducir el riesgo  o para justificar el apoyo a una política de promoción del riego, por ejemplo.

Y sobre todo, el SISSA va a ser importante para ponernos de acuerdo entre todos los actores en algunas definiciones fundamentales, como a  qué nos referimos s cuando hablamos de sequía, precisar mejor los umbrales, los períodos de retorno. Creo que es importante que los actores públicos y privados vinculados al tema de sequías de los 6 países se involucren, porque todos tenemos mucho que aportar. El problema de la sequía es muy complejo y la propuesta del SISSA puede significar un gran avance en la gestión integral del riesgo.