La Gestión del Riesgo de Desastres ha adoptado la Ciencia del Comportamiento humano para mejorar la planificación y preparación ante eventos extremos. ¿Qué se puede hacer frente a una amenaza como la sequía?. Conozca las herramientas que brinda el Proyecto SISSA.

Miles de personas en la región sur de Sudamérica han sido afectadas en los últimos años por la sequía. Un ejemplo claro es la sequía que afecta desde 2019 la Cuenca del Plata.  De acuerdo al informe “The 2019-2021 extreme drought episode in La Plata Basin”, la bajante en los niveles del Río Paraná es la peor desde 1944.

Sin duda, las sequías representan un desafío social, ambiental, económico y energético. La planificación, la preparación para reducir sus impactos y la coordinación de las instituciones son fundamentales para reducir el riesgo de desastre. Sin embargo, no siempre se les destina la suficiente atención para de este modo aumentar la resiliencia frente la sequía.

¿Qué factores intervienen en el proceso para lograr la preparación necesaria? Si bien el componente económico tiene influencia, otros aspectos de la acción humana resultan clave a la hora de tomar las decisiones adecuadas. La Ciencia del Comportamiento es uno de los enfoques que se está utilizando para la Gestión del Riesgo de Desastres, con el objetivo de conocer cómo piensan y actúan las personas que deben prepararse ante un fenómeno extremo.

La Ciencia del Comportamiento y la Gestión del Riesgo de Desastres

Saber y actuar en consecuencia no siempre van de la mano. Existen factores o sesgos que inciden para que el comportamiento de una persona o grupo de personas se desvíe de lo que demuestran las predicciones o evidencias. 

La Ciencia del Comportamiento ha desarrollado una serie de conceptos que caracterizan algunos de estos sesgos. Entre otros, se encuentra el sesgo del status quo o inercia (tendencia a mantener el estado de las cosas), la aversión a la incertidumbre (preferencia por los riesgos conocidos sobre los riesgos desconocidos) y el exceso de confianza (tendencia a sobreestimar la capacidad propia).

Cuando se trata de la Gestión del Riesgo de Desastres, uno de los sesgos fundamentales tiene que ver con la experiencia previa. Los seres humanos tomarán diferentes tipos de decisiones de acuerdo a si ya han pasado por un evento similar (decisiones tipo A) o si es su primera vez (decisiones tipo B). En este segundo caso, la falta de información marca una tendencia hacia las malas decisiones. Ante eventos extremos, las decisiones que predominan son las de tipo B. 

¿Se puede hacer algo para reorientar las decisiones cuando nos encontramos ante un desastre? 

De acuerdo a la Ciencia del Comportamiento, una de las herramientas que orienta a las personas a tomar mejores decisiones son los denominados “empujoncitos” (nudges). Su objetivo es ayudarlas a tomar las decisiones que tomarían si hubiesen podido prestar total atención a un asunto y procesar toda la información disponible.

Por ejemplo, si se organizan simulacros y los miembros de una comunidad no son muy participativos, se pueden programar recordatorios periódicos sobre su fecha y hora que los ayuden a organizar su agenda para poder participar. En caso de un exceso de optimismo, se puede apelar a mensajes con alta carga emocional  que apunten a conmover y  movilizar a las audiencias. 

El aporte del SISSA para enfrentar la sequía

Estar preparado  para hacer frente a la amenaza de sequía implica muchas cosas. El Centro Regional del Clima para el sur de América del Sur (CRC-SAS), a través de su Proyecto SISSA (Sistema de Información sobre Sequías para el sur de Sudamérica), desarrolla diferentes herramientas como mapas y visualizaciones útiles para monitorear el estado actual e histórico de la sequía. Esta información es muy importante para anticipar los impactos esperables en sectores económicos y comunidades. Además. el SISSA fomenta la planificación y preparación anterior al evento de sequía, de manera de mitigar sus daños, aumentar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad.

Conozca más sobre la Gestión del Riesgo de Desastre a través del Banco Interamericano de Desarrollo.