Así lo expresó António Guterres durante la última conferencia sobre cambio climático COP27, en Sharm el-Sheikh, Egipto. El plan de acción se pondrá en marcha en 2027 y abordará las brechas clave en la comprensión del riesgo de desastres, el monitoreo y pronóstico, la comunicación rápida y la preparación y respuesta para prever las tormentas, las olas de calor, las crecidas y las sequías.

 

La pasada edición de la Conferencia de las Partes (COP27) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático -que concluyó días atrás en la ciudad de Sharm el-Sheikh, Egipto- dejó como uno de sus puntos destacados el lanzamiento oficial del Plan de Acción Ejecutivo de la iniciativa Alertas Tempranas para Todos. António Guterres, secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), fue el encargado de realizar el anuncio. El plan demandará una inversión quinquenal total de 3.100 millones de dólares, o el equivalente a 50 centavos por persona y año, dado que su objetivo es que todos los habitantes de la Tierra estén protegidos por sistemas de alerta temprana de fenómenos meteorológicos.

Elaborado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y sus asociados, el plan está respaldado por una declaración conjunta suscrita por 50 países, y se dio a conocer en el marco de una reunión de dirigentes de gobiernos y organismos de las Naciones Unidas, organismos de financiación, grandes empresas tecnológicas e integrantes del sector privado. En la presentación, se destacó que el financiamiento tendrá como fin fomentar los conocimientos sobre los riesgos de desastre, realizar observaciones y predicciones, poner en marcha actividades de preparación y respuesta, y la comunicación de alertas tempranas.

La vulnerabilidad de millones de personas ha aumentado sustancialmente en las últimas décadas, lo que resulta en el aumento de las pérdidas económicas y humanas asociadas a los desastres. A lo largo del tiempo, éstas terminan configurando un problema financiero para los países, que ven socavados también sus esfuerzos en pos del desarrollo sostenible.

Según Guterres, “los desastres de índole climática desplazan al triple de personas que las guerras. La mitad de la población ya se encuentra en zona de peligro. Debemos invertir por igual en adaptación y en resiliencia, y ello incluye la información que nos permita prever las tormentas, las olas de calor, las crecidas y las sequías. A tal fin, he hecho un llamamiento para que todas las personas de la Tierra estén protegidas por sistemas de alerta temprana en un plazo de cinco años, y en ese empeño debe ser prioritario ayudar ante todo a las más vulnerables”.

Estas declaraciones van en coincidencia con un nuevo informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicado en octubre pasado, que advierte que solamente la mitad de los países del mundo están protegidos por sistemas de alerta temprana.

 

Reunión Grupo de Trabajo Monitoreo y Pronóstico

Porcentaje de países que informan contar con Protocolos de Alertas Tempranas. Fuente: OMM.

 

Los sistemas de alerta temprana son una medida de adaptación climática comprobada, efectiva y factible de poner en práctica, y tienen como ventaja no solo el salvar vidas sino proporcionar un retorno de la inversión diez veces mayor a lo que se invierte para ponerlas en marcha.

En el plan se indica cómo se ampliarán los mecanismos de financiación para ayudar a alcanzar el objetivo, que comprenderán “la formulación de un nuevo marco en el contexto de la Iniciativa de Riesgo Climático y Sistemas de Alerta Temprana y del Fondo Verde para el Clima, así como la puesta en marcha del Servicio de Financiamiento de Observaciones Sistemáticas”, según consignaron desde la OMM.

Hoy en día muchos países continúan enfocados en las inversiones relacionadas con la mitigación y recuperación una vez ocurridos los desastres, mostrando una incapacidad para traducir las alertas tempranas en acciones tempranas. Es por ello que desde la iniciativa de Alertas Tempranas para Todos también se busca incrementar el conocimiento local acerca de los riesgos, lo que constituye la base de todos los esfuerzos para fortalecer la resiliencia.

En ese sentido, el plan trabajará en un Sistema de Alerta Temprana de Riesgos Múltiples (MHEWS, por sus siglas en inglés), que es un sistema integrado que permite a las personas saber si se avecinan eventos meteorológicos o climáticos peligrosos y proporcionar información a los gobiernos, las comunidades y las personas para que puedan actuar y minimizar los impactos.

En cuanto al financiamiento, las nuevas inversiones específicas previstas para el período 2023-2027 se utilizarán para avanzar en el establecimiento de los cuatro pilares de los MHEWS:

  • Conocimiento de los riesgos de desastre (374 millones de dólares): recopilación sistemática de datos y realización de evaluaciones de riesgos relativas a los peligros y las vulnerabilidades;
  • Observaciones y predicciones (1.180 millones de dólares): creación de servicios de monitoreo y alerta temprana de los peligros;
  • Preparación y respuesta (1.000 millones de dólares): creación de capacidades de respuesta en los planos nacional y comunitario;
  • Difusión y comunicación (550 millones de dólares): transmisión de la información sobre riesgos que llegue a todas las personas que la necesitan y resulte comprensible y útil.

 

SISSA Reunión

Fuente: OMM.

 

Las claves para el éxito

De acuerdo al primer Informe de evaluación regional sobre el riesgo de desastres en América Latina y el Caribe (RAR, por sus siglas en inglés), elaborado por la UNDRR “la región de las Américas y el Caribe ha absorbido —desproporcionadamente en comparación con otras regiones— las pérdidas económicas por desastres ocurridos a nivel mundial: ha sufrido cerca del 53% de las pérdidas por desastres relacionados con el clima en los últimos 20 años”.

Es por esto que los sistemas de alerta temprana necesitan incorporar funciones y mecanismos de coordinación que conduzcan a planes de acción claros. El éxito general depende —en última instancia— de la capacidad de los gobiernos para traducir las alertas y pronósticos basados ​​en el impacto, en medidas de prevención y mitigación para las poblaciones afectadas.

En esa línea, la iniciativa Alertas Tempranas para Todos propone desarrollar herramientas para el conocimiento más profundo de los riesgos en todas las escalas temporales; el refuerzo de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales, los organismos de gestión de riesgos de desastre y el refuerzo de las medidas de preparación para situaciones de emergencia; y la mejora en la accesibilidad de la ayuda financiera y técnica, entre otros puntos.

Adicionalmente, establece lineamientos básicos para mejorar los conocimientos universales sobre los riesgos de desastre, y describe las medidas prioritarias necesarias para lograr ese objetivo, basándose en el Marco de Sendái para la Reducción del Riesgo de Desastres. También se definen las principales medidas técnicas a adoptar para mejorar la capacidad de detección de peligros, reforzar las observaciones, perfeccionar los sistemas mundiales de proceso de datos y de predicción y fomentar el intercambio de datos a escala mundial, aprovechando los esfuerzos realizados a escala internacional.

El Informe de evaluación regional sobre el riesgo de desastres en América Latina y el Caribe destaca además el papel de la gobernanza para la gestión de riesgos, que “debe superar, de una vez por todas, el predominio de la visión reactiva, e impactar a profundidad en el ADN del desarrollo. Se deben revisar críticamente los modelos de desarrollo, las inversiones insostenibles y la falta de observación de las condiciones económicas y sociales desfavorables de millones de personas”. El reporte consigna que América Latina y el Caribe sufren “la degradación ambiental asociada a muchas actividades económicas en las que se basa el crecimiento. Si esto no se modifica, el riesgo de desastres seguirá aumentando y el impacto será cada vez mayor”.

 

Porcentaje de miembros de la OMM que tienen leyes sobre MHEWS. Fuente: OMM.

 

Herramientas para enfrentar la sequía

Según la UNDRR y la OMM, la cantidad de desastres registrados se ha quintuplicado —parcialmente debido al cambio climático causado por actividades humanas y a la mayor ocurrencia de fenómenos meteorológicos extremos— y esta tendencia se mantendrá. En tanto, el último reporte Global Assessment Report on Disaster Risk Reduction (GAR, por sus siglas en inglés) señala que las tendencias actuales “indican un alza probable de las sequías más del 30% entre 2001 y 2030 (de un promedio de 16 episodios de sequía al año durante 2001-2010 a 21 episodios anuales en 2030)”.

La gestión de riesgo de desastres y los sistemas de alertas tempranas son fundamentales para que los gobiernos comprendan mejor las proyecciones climáticas de sus jurisdicciones: “Deben colaborar con los expertos para actualizar las normas de diseño con el fin de garantizar un diseño de infraestructuras resiliente, en particular contra la subida de las temperaturas, las precipitaciones de mayor intensidad y los impactos de la sequía”, puntualiza el informe GAR.

Las sequías representan un desafío social, ambiental, económico e institucional. Contar con datos, herramientas de análisis e información sobre el estado presente de la sequía, poder realizar predicciones o perspectivas sobre su inicio, evolución y finalización permitirá comprender y actuar frente a la naturaleza y magnitud de los impactos.

El Centro Regional del Clima para el sur de América del Sur (CRC-SAS), a través de su Proyecto SISSA (Sistema de Información sobre Sequías para el Sur de Sudamérica), desarrolla y pone a disposición diferentes herramientas tales como mapas y visualizaciones útiles para monitorear el estado actual e histórico de la sequía. Esta información se convierte en un insumo clave a la hora de anticipar los impactos esperables en sectores económicos y comunidades.

El SISSA fomenta la planificación y preparación anterior a los eventos de sequía, de manera de mitigar sus daños, aumentar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad, reemplazando las acciones posteriores por un enfoque proactivo. De esta manera, gobiernos, instituciones no gubernamentales y privadas, e individuos, tienen la posibilidad de monitorear y predecir la ocurrencia de sequías; anticipar los impactos esperables en sectores económicos y comunidades; y fomentar la planificación y preparación anterior a la ocurrencia de un evento, evitando así que se convierta en un desastre.