Así lo indica el artículo publicado en Nature Reviews Earth & Environment, en donde se consigna que los aumentos en el riesgo de sequía tendrán entre sus causas una atmósfera más cálida y árida, que elevará las pérdidas de agua en superficie.
En los últimos años se han producido eventos severos de sequía en muchos lugares del planeta que han sido calificados bajo el término de megasequías por su inusual duración. En un artículo publicado en octubre pasado en Nature Reviews Earth & Environment, investigadoras e investigadores de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, discuten las causas primarias de las megasequías ocurridas globalmente en los últimos dos milenios e indican que esta calificación se aplica para referirse “a sequías que superan la duración de la mayoría de las sequías en el registro instrumental”.
De acuerdo al grupo de investigación, existe fuerte evidencia de que las megasequías han tenido lugar en todos los continentes por fuera de la Antártida, causando perturbaciones en los ecosistemas y en las sociedades que habitan en esos territorios durante los últimos 2.000 años. Un ejemplo en América del Sur es el evento que todavía tiene lugar en Chile, que se destaca por su severidad y duración récord, con déficit de precipitaciones sobre todo en la zona central del país.
El estudio se vale del análisis de los registros paleoclimáticos, las observaciones y los modelos climáticos, y entre sus hallazgos describe que las megasequías pasadas “fueron forzadas principalmente por estados oceánicos persistentes, con posibles contribuciones secundarias de la variabilidad atmosférica interna, el forzamiento volcánico y solar y las interacciones tierra-atmósfera”. Las megasequías no serían entonces eventos geográficamente aislados o increíblemente raros, sino una característica intrínseca de la variabilidad hidroclimática en muchas regiones. La pregunta es qué pasará en el futuro y cómo incidirá la acción humana en estos procesos.
Fuente: Megadroughts in the Common Era and the Anthropocene.
En cuanto al cambio climático antropogénico –y su impacto sobre estas regiones que experimentaron megasequías más activas en el pasado– las investigaciones muestran que éste aumentará el riesgo de sequía en el futuro, principalmente “a través de la disminución de las precipitaciones y nevadas y el aumento de la demanda y/o cambios en el uso del agua de las plantas”. Estos eventos ejercerán una presión significativa sobre los recursos hídricos y presentarán importantes desafíos de monitoreo, previsión y gestión de riesgo en el futuro. También se advierte que el aumento en el riesgo de sequías será causado por una atmósfera más cálida que aumentará la evaporación y podría causar pérdidas de agua a nivel superficial.
Adicionalmente, se apunta que el cambio climático antropogénico “ha intensificado las megasequías en curso en el suroeste de América del Norte y en todo Chile y Argentina”, y que en el futuro estos eventos serán sustancialmente “más cálidos que los pasados, y este calentamiento impulsará los aumentos proyectados en el riesgo y la gravedad de las megasequías en muchas regiones, incluido el oeste de América del Norte, América Central, Europa y el Mediterráneo, la zona extratropical de América del Sur y Australia”.
Fuente: Megadroughts in the Common Era and the Anthropocene.
Según las investigaciones, todavía resta apuntalar conocimiento y cerrar brechas que permitan mejorar la confianza en la comprensión de las megasequías y sus impactos. En ese sentido, se indica que tanto la subregión de América del Sur tropical como gran parte del África subsahariana no cuentan con registros paleoclimáticos, y que los modelos climáticos no brindan certezas sobre aspectos tales como la representación de la vegetación en la superficie terrestre. Será tarea de gobiernos, servicios meteorológicos e instituciones de investigación a nivel mundial el coordinar y poner en marcha planes de adaptación y resiliencia frente a futuras sequías y megasequías, eventos que probablemente se presenten como más calientes e intensos en los próximos años.