Esta es una de las conclusiones del estudio elaborado por la iniciativa World Weather Attribution (WWA), en el que científicas y científicos de Argentina, Colombia, Francia, Estados Unidos, Holanda y el Reino Unido utilizaron modelos computacionales para evaluar en qué medida el cambio climático influye en la actual sequía que afecta al centro y sur de Sudamérica desde hace al menos dos años.

 

Las condiciones de sequía que actualmente afectan a la región centro y sur de América del Sur –y sus consecuencias económicas y sociales– han logrado visibilizar y posicionar el tema en la agenda pública de los países afectados por los severos impactos producidos. Así, en Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina, los servicios meteorológicos, las instituciones científicas y académicas y los distintos sectores productivos han unido esfuerzos para monitorear, evaluar y dar cuenta de los impactos, ayudando a los gobiernos a elaborar planes de respuesta y otras acciones de mitigación.

Con este escenario en marcha, el estudio liderado por la iniciativa World Weather Attribution (WWA) realizó un análisis de atribución, con el objetivo de determinar las causas de la sequía y la relación entre esta y el cambio climático provocado por la actividad humana. La misma iniciativa reportó que el cambio climático hizo que la ola de calor que afectó a la Argentina en diciembre pasado fuera 60 veces más probable.

Con el primer período de 3 años de duración de eventos de la Niña en marcha durante este siglo y con una sequía estacional que se ha exacerbado en la región durante el último trimestre de 2022 hasta la fecha, gran parte de Argentina, Uruguay, el sur de Brasil y parte de Bolivia han recibido solo el 44% de las lluvias promedio para la zona durante los últimos tres meses del año pasado, consigna el informe. Esto representa el nivel de lluvias más bajo en los últimos 35 años desde que se tienen registros.

A consecuencia de ello se han producido graves impactos en la agricultura que, según las y los científicos de Argentina, Colombia, Francia, Estados Unidos, Holanda y el Reino Unido que tomaron parte en la investigación, representan una pérdida de al menos de la mitad las cosechas anuales en trigo y soja en Argentina, con déficits de exportación del 25 al 50% y el consiguiente grave impacto económico. Entre los impactos de la sequía señalan la falta de acceso al agua a unas 75.000 personas en Uruguay; mientras que en varios países de la región el acceso a este recurso para cultivos y ganado también es limitado.

Más allá de la variabilidad natural que promueve el fenómeno de La Niña, las y los investigadores analizaron en simulaciones de modelos climáticos las condiciones experimentadas en el pasado y en el presente, a fin de cuantificar qué influencia ha tenido el cambio climático antropogénico sobre esta sequía. Otro factor que también se tuvo en cuenta fueron las altas temperaturas, que produjeron las intensas olas de calor que todavía se encuentran atravesando varios países del sur de Sudamérica.

 

Reunión Grupo de Trabajo Monitoreo y Pronóstico

Fuente: Vulnerability and high temperatures exacerbate impacts of ongoing drought in Central South America.

 

Los resultados mostraron un interesante patrón de relaciones: “Para identificar si la reducción de las precipitaciones es una tendencia real que se pueda atribuir al cambio climático antropogénico más allá de la variabilidad climática natural, estudiamos los eventos de pocas lluvias que ocurren con probabilidad de 1 en 20 años. Encontramos que, mientras los modelos muestran que estos eventos disminuyen, en las observaciones tienen una tendencia positiva, aunque no significativa, y compatible con la variabilidad natural. Por lo tanto, no podemos atribuir las bajas precipitaciones al cambio climático”, advierten. Sin embargo, “las temperaturas más altas en la región, que si se han atribuido al cambio climático, han disminuido la disponibilidad de agua observada a fines de 2022 lo que indica que el cambio climático probablemente también redujo la disponibilidad de agua aumentando así la sequía agrícola”.

Esto quiere decir que existe una combinación entre la variabilidad natural y la señal de cambio climático antropogénico especialmente detectable y atribuible en el alza de las temperaturas. Según el reporte, el aumento de las olas de calor extremo condujo a un déficit en la disponibilidad de agua debido a un incremento de la evapotranspiración. Esta pérdida de humedad en la superficie y en la vegetación es la que habría provocado la exacerbación de la sequía.

Estos resultados repercuten fuertemente en las economías de los países, principalmente en el sector agropecuario –ya que se genera un estrés térmico e hídrico sobre los cultivos– y en la generación de energía hidroeléctrica. “El alto impacto de la sequía en la agricultura requiere reducir la vulnerabilidad a la sequía en la región. Medidas como la mejora en la administración y la eficiencia del agua, la anticipación de la sequía a través de pronósticos climáticos y la implementación de seguros específicos que ayuden a los agricultores durante los ‘años secos’ pueden aumentar la resiliencia ante estos eventos”, concluye el estudio.

 

Fuente: Vulnerability and high temperatures exacerbate impacts of ongoing drought in Central South America.

 

Herramientas como las que propone el Centro Regional del Clima para el sur de América del Sur (CRC-SAS), a través de su Proyecto SISSA (Sistema de Información sobre Sequías para el sur de Sudamérica), buscan contribuir a reducir los considerables impactos económicos, sociales y ambientales de la sequía sobre la producción agropecuaria, la generación hidroeléctrica, y la navegación fluvial en el sur de Sudamérica, junto con mejoras en: (i) las capacidades institucionales regionales, (ii) la planificación y preparación, y (iii) la gobernanza de la gestión de riesgos.

A través de mapas y visualizaciones útiles para monitorear el estado actual e histórico de la sequía, la información que suministra es de vital importancia para anticipar los impactos esperables en sectores económicos y comunidades. Además, el SISSA fomenta la planificación y preparación anterior al evento de sequía, de manera de mitigar sus daños, aumentar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad.

En la iniciativa participan servicios y direcciones de meteorología, agencias gubernamentales, instituciones académicas, organizaciones no gubernamentales y el sector privado de los seis países miembros del CRC-SAS: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. El intercambio de experiencias y capacidades resulta un componente clave destinado a enriquecer y fortalecer las acciones que se llevan a cabo tanto a nivel país como en toda la región sur de Sudamérica.