La Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicó su reporte 2023, en donde señala que el promedio global de la temperatura del año pasado fue el más alto del registro observacional. Las sequías, las olas de calor, las lluvias y las crecidas ocurridas impactaron el desarrollo económico, por lo que se reitera la necesidad de avanzar en estrategias integradas tanto para el clima como para la salud.
El cuarto reporte de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre el estado del clima en la región arrojó una serie de resultados que, enmarcados en el contexto climático global, hacen urgente la implementación y el fortalecimiento de los servicios climáticos y las estrategias integradas que permitan mitigar los impactos y anticipar las respuestas. A nivel global, la temperatura media mundial en 2023 fue 1,45 ± 0,12 °C superior a la media preindustrial de 1850-1900, lo que convierte a este año en el más cálido de los registrados. Asimismo, el calentamiento de los océanos y la pérdida acelerada de masa de los glaciares “contribuyeron a una subida del nivel medio del mar de 4,77 mm al año entre 2014 y 2023 a nivel mundial”, alcanzando un nuevo récord durante el pasado año.
En lo referido al episodio de El Niño que comenzó en 2023, “El estado del clima en América Latina y el Caribe” afirma que estuvo asociado “a temperaturas del aire más altas y déficits de precipitación en México, el altiplano del Perú y Bolivia, y la Amazonia, y a un aumento de las precipitaciones en algunas regiones del sureste de América del Sur”. Todo ello redundó “en una sequía prolongada en gran parte de la Amazonía suroccidental, lo que unido a la subida de las temperaturas provocó que los ríos alcanzaran unos niveles extremadamente bajos en casi toda la región amazónica durante la primavera austral”.
Al respecto, la Secretaria General de la OMM, Celeste Saulo, afirmó: “El episodio de El Niño influyó en las condiciones observadas en todo el mundo, especialmente en el segundo semestre de 2023. Ello contribuyó a que se alcanzara un nivel de calentamiento sin precedentes en la región y exacerbó los fenómenos extremos que se produjeron. A todo ello se sumó la tendencia consolidada al cambio climático a largo plazo y el aumento asociado de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos”.
Tanto las precipitaciones como las sequías registraron picos de intensidad asociados a los efectos de El Niño y de La Niña. En el caso del primero, las lluvias por encima de lo normal tuvieron lugar en el sur del Brasil y Chile Esto provocó inundaciones y deslizamientos de tierras en los territorios antes mencionados.
En cuanto a las sequías, el reporte indica que varios países de la región resultaron afectados durante 2023. En el primer trimestre, debido a los efectos de La Niña, y durante el segundo semestre El Niño trajo déficits de precipitación, temperaturas superiores a la media y olas de calor recurrentes.

Según consigna el documento, “en el norte y centro del altiplano boliviano, la sequía extrema que había comenzado entre agosto y septiembre de 2022 alcanzó su máxima intensidad en enero de 2023, lo que redujo en más de la mitad el rendimiento de la papa y de otros cultivos andinos, causando fuertes pérdidas a muchos miles de agricultores”. Los datos suministrados por el Servicio Meteorológico de Bolivia estiman que la falta de agua en el país afectó a más de 487.000 familias, siendo La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Oruro, Chuquisaca, Potosí y Tarija los departamentos más afectados.
Además, durante el primer semestre de 2023 los efectos de La Niña siguieron siendo visibles: “La falta de agua en la cuenca de La Plata afectó sobre todo a Uruguay, el norte de la Argentina y el sur del Brasil. Entre enero y agosto, las precipitaciones se situaron entre el 20% y el 50% por debajo de la media en gran parte del norte y centro de la Argentina, y algunas regiones experimentaron su cuarto año consecutivo de precipitaciones muy por debajo de la media”. En la Argentina se registraron pérdidas en las cosechas, con una disminución del 30% inferior a la media quinquenal en la producción de trigo durante el bienio 2022/2023.
En Uruguay, el verano de 2022-2023 fue el más seco de los últimos 42 años de los que se tiene registro, afirma el reporte: “Los depósitos de agua alcanzaron niveles sumamente bajos, afectando la calidad del agua potable de más del 60% de la población, en particular en los principales núcleos urbanos como Montevideo”. A principios de junio, el Gobierno uruguayo declaró el estado de emergencia hídrica, eximió de impuestos el consumo de agua embotellada y ordenó la construcción de un nuevo embalse.
No obstante las precipitaciones registradas hasta mediados de octubre de 2023 en las principales zonas productoras de alimentos del este de la Argentina y el sur del Brasil, la sequía continuó en esa área. En Chile, la megasequía se frenó parcialmente gracias a dos episodios de precipitaciones intensas en junio y agosto de 2023. Sin embargo, la región central de ese país recibió precipitaciones en cantidad inferior a la media en el consolidado anual. Mientras tanto, el centro de Chile “viene experimentando condiciones cálidas y secas desde hace al menos un decenio, aunque los eventos de 2023 son un buen recordatorio de la variabilidad del clima: pueden producirse fuertes lluvias incluso durante una sequía prolongada, pero no ser suficientes para acabar con ella”, apunta el informe.

Olas de calor e incendios forestales
En 2023 se registraron en América del Sur numerosos episodios de calor extremo con consecuencias para la salud de las poblaciones y agravamiento de las condiciones de sequía y los incendios forestales. La ola de calor que sufrió Argentina desde el 28 de febrero hasta el 20 de marzo fue un fenómeno de calor extremo que afectó principalmente al centro del país y a zonas del norte y del litoral con carácter “excepcionalmente tardío”, apunta el documento. La ola de calor fue la más extensa vivida en ese país desde 2013, debido a que no solo afectó a Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba sino también a las provincias septentrionales, provocando temperaturas sin precedentes en múltiples zonas de ese territorio.
También, durante el verano 2022-2023 Chile registró incendios forestales en las regiones del Biobío, Ñuble y La Araucanía. Como consecuencia, el gobierno declaró el estado de emergencia en las zonas afectadas con el fin de ayudar a acelerar las actividades de socorro.
Más olas de calor afectaron, esta vez al centro de América del Sur, a finales del invierno austral y de agosto a diciembre de 2023. De acuerdo al informe de la OMM, “durante la segunda quincena de agosto, las temperaturas en determinadas zonas del Brasil superaron los 41 °C, ya que Sudamérica se vio afectada por un calor abrasador en pleno invierno, con temperaturas máximas casi sin precedentes”.
En consecuencia, Brasil, Perú, Bolivia, Paraguay y Argentina registraron sus temperaturas más altas en septiembre a causa de la existencia de una cúpula de calor, un fenómeno que se produce cuando las altas presiones se mantienen en un mismo lugar atrapando el aire caliente y seco durante un período prolongado.
Adicionalmente, las regiones afectadas por el calor en Paraguay, Brasil y Bolivia sufrieron incendios forestales durante el mes de octubre, siendo la región de la Amazonía la más afectada con 22.061 focos de incendio que trajo graves inconvenientes a la población de la zona.
Impactos, riesgos e importancia de los servicios climáticos
En el Sexto Informe de Evaluación del Grupo de Trabajo I del IPCC12 se afirma que “el calentamiento global está alterando la intensidad y frecuencia de muchos fenómenos meteorológicos extremos, lo que a su vez provoca o agrava otros fenómenos de efectos devastadores”. El informe señala también que las tendencias observadas en América Central y del Sur indican “un probable aumento de la intensidad y frecuencia de los episodios de calor extremo y una probable disminución de la intensidad y frecuencia de los fenómenos de frío extremo, así como un incremento de las precipitaciones medias e intensas en el sureste de América del Sur”.
Consultado sobre la incidencia de la actividad humana en el incremento de los impactos y riesgos asociados con el clima, José Marengo, Coordinador de Investigación y Desarrollo del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (CEMADEN), asegura que esto se da “de dos formas: por un lado, los estudios demuestran que las actividades humanas están afectando la ocurrencia de eventos extremos de lluvia y sequías, donde la señal de calentamiento global antrópico aparece claramente sobre la variabilidad natural del clima”. El segundo componente es la resiliencia de las ciudades y centros poblados frente a eventos extremos, “que también se ve afectada por la actividad humana. Hoy vemos que las obras de protección contra inundaciones construidas en la década de 1960 o 1970 ya no soportan las lluvias más abundantes del presente y colapsan, generando inundaciones. Ciudades construidas en áreas expuestas, próximas a ríos o montañas están más expuestas al riesgo de desastres y frente a precipitaciones cada vez más intensas hay un aumento del riesgo climático y el riesgo de desastres”, afirma el investigador.
En relación a esto, el informe avanza en la caracterización de las consecuencias negativas que esto trae hacia la salud -a través del desarrollo de enfermedades transmitidas por vectores, por ejemplo- y la inseguridad alimentaria, al disminuir la producción de alimentos.
El desarrollo y la mejora en la información y los servicios climáticos se convierten así en una necesidad urgente que forma parte de una larga cadena de acciones destinadas a preparar, gestionar y mitigar los efectos de fenómenos extremos cada vez más frecuentes.

“Los beneficios de los servicios climáticos son desarrollos que el usuario final, la población, puede ver en el corto plazo. Predicciones climáticas y alertas tempranas de riesgo de desastres emitidas por los servicios meteorológicos y los centros de desastres respectivamente, son servicios climáticos de gran importancia para la población, porque ayudan a protegerse contra los eventos extremos (lluvias intensas, olas de calor o frío, nieve, sequías) y las alertas de desastres permiten prepararse contra desastres como inundaciones y deslizamientos de tierra, que matan a cientos de personas en cada año en los países de la región”, explica Marengo, que participó en la elaboración del reporte.
Y concluye: “Mejorar los servicios significa mejorar la capacidad de modelaje para la predicción del tiempo y el clima, y también monitorear las condiciones meteorológicas que pueden llevar a extremos climáticos y desastres. El monitoreo necesita de observaciones y datos sobre zonas vulnerables a, por ejemplo, inundaciones o deslizamientos. También, es necesario contar con personal calificado para correr e interpretar modelos y emitir alertas: personal de las áreas de meteorología, climatología, hidrología, geología y desastres”.
Acerca del SISSA
El Centro Regional del Clima para el sur de América del Sur (CRC-SAS), a través de su Proyecto SISSA (Sistema de Información sobre Sequías para el sur de Sudamérica), tiene como objetivos contribuir a reducir los considerables impactos económicos, sociales y ambientales de la sequía sobre la producción agropecuaria, generación hidroeléctrica, y navegación fluvial en el sur de Sudamérica, junto con mejoras en: (i) las capacidades institucionales regionales, (ii) la planificación y preparación, y (iii) la gobernanza de la gestión de riesgos.
A través de mapas y visualizaciones útiles para monitorear el estado actual e histórico de la sequía, la información que suministra es de vital importancia para anticipar los impactos esperables en sectores económicos y comunidades. Además, el SISSA fomenta la planificación y preparación anterior al evento de sequía, de manera de mitigar sus daños, aumentar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad.
En la iniciativa participan servicios y direcciones de meteorología, agencias gubernamentales, instituciones académicas, organizaciones no gubernamentales y el sector privado de los seis países miembros del CRC-SAS: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. El intercambio de experiencias y capacidades resulta un componente clave destinado a enriquecer y fortalecer las acciones que se llevan a cabo tanto a nivel país como en toda la región sur de Sudamérica.
Sobre EUROCLIMA
EUROCLIMA es un programa financiado por la Unión Europea y cofinanciado por el gobierno federal de Alemania a través del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ), así como por los gobiernos de Francia y España. Su objetivo es reducir el impacto del cambio climático y sus efectos en 18 países de América Latina y el Caribe promoviendo la mitigación y adaptación al cambio climático, la resiliencia y la inversión.
El Programa se implementa bajo el trabajo sinérgico de siete agencias: Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Expertise France (EF), Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP), Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) GmbH y el Programa de la ONU para el Medio Ambiente.
Acerca del sector Reducción y gestión del riesgo de desastres: sequías e inundaciones
A través del componente Gestión del Riesgo del programa EUROCLIMA+ se implementan un total de siete proyectos. Las acciones financiadas bajo este componente buscan contribuir a la gestión del riesgo de desastres, específicamente en el caso de sequías e inundaciones, tomando como referencia el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 y los compromisos adoptados por los países en su lucha contra el cambio climático. Los proyectos financiados a través de este componente están orientados a la gobernanza, planificación y desarrollo de marcos regulatorios; a la información, comunicación y alerta temprana; y a la inversión en resiliencia ante los efectos adversos provocados por inundaciones y sequías.
Para más información sobre cada proyecto visite este link: https://www.euroclima.org/index.php/es/riesgo
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Para más información sobre Gestión y reducción del riesgo de desastre: sequías e inundaciones, escriba al correo: gestiondelriesgo@euroclimaplus.org
