El trabajo realizado por el grupo de expertos, centros académicos y agencias de Naciones Unidas aporta, a través de 34 indicadores, un panorama acerca del estado actual de la región en materia de estrategias de adaptación sanitaria, impactos para la salud y financiamiento, a fin de mejorar el bienestar de las poblaciones.
Llevado adelante por expertos técnicos y 35 centros académicos y agencias de las Naciones Unidas de todo el mundo, el reporte regional de Lancet Countdown Latinoamérica en salud y cambio climático hace un llamado al “desarrollo climático resiliente centrado en la salud”. A través del análisis de 34 indicadores aplicados a 17 países de la región, el documento aborda temas como los impactos para la salud; las estrategias de adaptación sanitaria; la transición energética; los planes de preparación y la necesidad de aumentar la financiación y el compromiso político y social existentes para reducir la desigualdad, a través de acciones climáticas centradas en la salud.
El informe regional 2023 remarca el agravamiento exponencial de los impactos sanitarios como consecuencia del cambio climático antropogénico, que se refleja en una mayor exposición a olas de calor, incendios forestales y enfermedades transmitidas por vectores, entre otros factores de riesgo. La tendencia al calentamiento observada en todos los países de Latinoamérica arroja cifras elocuentes, expone el documento: en 2022, la población sufrió temperaturas ambientales 0,38°C más altas que las registradas en el período 1986-2005 “siendo Paraguay el país que experimentó la mayor anomalía (+1.9°C), seguido de Argentina (+1.2°C) y Uruguay (+0.9°C). En el período 2013-2022, los infantes estuvieron expuestos a un 248% más de días de ola de calor y las personas mayores de 65 años a un 271% más de días de ola de calor que en el período 1986-2005”.
En ese sentido, las olas de calor se convierten en un importante factor de riesgo para la salud de las comunidades, dado que representan períodos sostenidos de dos o más días con temperaturas inusualmente altas, ya sea durante el día o la noche. Este fenómeno provoca riesgo de golpes de calor para toda la población y afecta al trabajo, poniendo de manifiesto la necesidad de contar con infraestructura habitacional preparada para enfrentar estos desafíos, así como con áreas verdes adecuadas y suficientes.
A su vez, sumado al cambio climática antropegénico, la pérdida de biodiversidad y los cambios en los ecosistemas debido -entre otros factores- al avance de la frontera agrícola y la deforestación, exponen a los habitantes de la región a “un peligro de incendio muy alto o extremadamente alto durante períodos más prolongados”. Como resultado, 11 países mostraron un aumento en el número de días durante los cuales las personas estuvieron expuestas a un peligro de incendio muy o extremadamente alto en el período 2013-2022, en comparación con el período 2001-2010, con un promedio de un día adicional de exposición por persona.

Promedio de días al año en los que las personas estuvieron expuestas a peligro de incendio muy o extremadamente alto en el período 2001-2010 (diamante azul), en comparación con el período 2013-2022 (círculo naranja) en los países de América Latina. Fuente: The Lancet Countdown.
Los mayores aumentos se observaron en Chile (13 días más), Venezuela (cuatro días más), Argentina (cuatro días más), Colombia (tres días más) y Brasil (tres días más). Por otro lado, Panamá, Uruguay, Honduras, El Salvador, México y Nicaragua registraron pequeñas reducciones en los días de exposición. Sin embargo, a pesar del aumento general en la exposición de la población a días de peligro de incendio, el número promedio anual de días que las personas estuvieron expuestas a incendios forestales activos disminuyó en todos los países de América Latina en el mismo período, excepto en Venezuela. El informe señala que esto “podría ser el resultado de políticas de adaptación y comportamientos sociales de adaptación o a cambios en la disponibilidad de material combustible debido a incendios forestales anteriores”.
Relacionado también con el cambio global ambiental, entre las enfermedades transmitidas por vectores se destaca el aumento del potencial de transmisión de dengue por el mosquito Aedes aegypti, que se elevó al 54% del período 1951-1960 hasta el 2013-2022. De esto se desprenden las cifras de los recientes brotes registrados en la región durante los últimos meses. De acuerdo al reporte, los mayores aumentos se dieron en Bolivia (145%), Perú (95%), Brasil (94,5%), Guatemala (70,4%), Colombia (65,8%), Ecuador (59,5%) y Paraguay (59,3%).
Los costos económicos del cambio climático en la salud
Otro de los indicadores clave que analiza el reporte es el referido a la seguridad alimentaria y la desnutrición. La mayor frecuencia de días de olas de calor y meses de sequía en 2021, comparadas con el período 1981-2010, dio como resultado 9,9 millones de personas más que experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave en toda América Latina.
De acuerdo al informe, “la seguridad alimentaria se ve alterada por factores climáticos (es decir, olas de calor y sequías) y no climáticos (pobreza, COVID-19), afectando la calidad, disponibilidad, acceso y asequibilidad de los alimentos. La evidencia muestra que los aumentos de temperatura contribuyeron a la inseguridad alimentaria a nivel mundial en los últimos años”. Adicionalmente, “un mayor número de días de olas de calor se asoció con un 4,29% de inseguridad alimentaria más alta, moderada o grave en 2021, mientras que el aumento de la frecuencia de las sequías provocó que la inseguridad alimentaria fuera un 1,93% mayor. Las poblaciones de bajos ingresos tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir inseguridad alimentaria”, concluye el informe.

Abordar los complejos desafíos del cambio climático en la salud de la población de América Latina requiere estructuras institucionales “bien financiadas, que faciliten y promuevan la colaboración intersectorial siguiendo un enfoque transdisciplinario y colocando la equidad en salud y la justicia ambiental en su centro”, puntualiza el reporte. El documento advierte que las inversiones en medidas de mitigación y adaptación no avanzan al ritmo necesario: se estima que en 2022 las pérdidas económicas por eventos climáticos extremos en Latinoamérica alcanzaron los 15.000 y 6.000 millones de dólares -esta última cantidad impulsada principalmente por las inundaciones y los deslizamientos de tierra en Brasil-, “lo que representa el 0,28% del Producto Bruto Interno (PBI) de Latinoamérica”.
Otros impactos relacionados con la salud
Además, la mortalidad relacionada con el calor entre las personas mayores de 65 años en Latinoamérica alcanzó niveles alarmantes, con pérdidas que superan el equivalente a los ingresos medios de 451.000 personas al año. De acuerdo al informe se espera que la interacción entre el cambio climático antropogénico y los fenómenos naturales “incremente aún más estas cifras en los próximos años, poniendo en peligro los avances sociales y sanitarios alcanzados hasta la fecha. Por lo tanto, se necesitan políticas públicas integrales y bien planificadas para reducir los impactos en la salud y los costos económicos posteriores del cambio climático”. Estas conclusiones apuntan a la necesidad de reforzar las políticas de adaptación en los países de Latinoamérica, que deberían llevar adelante, entre otras cosas, evaluaciones sólidas de vulnerabilidad que les permitan enfrentar los riesgos climáticos de forma eficaz.

Otro indicador estudiado hace referencia a la contaminación ambiental y revela que la tasa de mortalidad prematura atribuible a las partículas de diámetro inferior a partículas de 2,5 micrones (PM 2,5) derivadas de combustibles fósiles aumentó un 3,9% entre 2005 y 2020:”En América Latina, ningún centro urbano cumple con las directrices de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que significa que millones de personas están expuestas a niveles de contaminación del aire peligrosos y que amenazan la salud”.
Sin embargo, existen diferencias importantes entre países: “La mortalidad prematura atribuible a PM 2,5 ha disminuido en Argentina, Brasil, Ecuador, México, Uruguay y Venezuela, y ha aumentado notablemente en Centroamérica, Chile y Colombia desde 2005 (tal como se ve en la figura 6). Los países latinoamericanos con mayor tasa de mortalidad prematura atribuible a PM 2,5 (más de 100 muertes por millón de personas) en 2020 fueron Chile, Perú, Brasil, Colombia, México y Paraguay. Del total de muertes prematuras atribuibles a PM2,5 en 2020, el 19,1% se debió al transporte, el 12,3% a los hogares, el 11,6% a la industria y el 11% a la agricultura”. El informe señala que estos sectores son responsables de la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en América Latina, y allí deben dirigirse las acciones de mitigación del cambio climático centradas en la salud si se quiere reducir la mortalidad relacionada con la contaminación del aire.

Mortalidad prematura estimada atribuible a PM2,5 de 2005 a 2020 en países de América Latina. Las estimaciones se dividen según sector y tipo de combustible. Fuente: The Lancet Countdown.
Llamado a un fortalecimiento de políticas sanitarias
Por último, el informe considera que se necesita una mayor y más fuerte colaboración intersectorial “para trazar vías de desarrollo que consideren una sólida adaptación al cambio climático, y mayores reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que aumenten la equidad social y la salud de la población. Estas políticas implican a sectores como las finanzas, el transporte, la energía, la vivienda, la sanidad y la agricultura, y requieren estructuras institucionales e instrumentos políticos que permitan una colaboración intersectorial a largo plazo”.
Como conclusión para Latinoamérica el reporte enfatiza tres mensajes clave: la necesidad de acción urgente para implementar políticas públicas intersectoriales que mejoren la resiliencia climática en toda la región; priorizar una transición energética que se centre en los cobeneficios para la salud y el bienestar; y por último, la necesidad de aumentar la financiación climática, comprometiéndose a esfuerzos financieros sostenidos y con bancos de desarrollo multilaterales. “Al comprender los problemas, abordar las brechas y tomar medidas decisivas, América Latina puede navegar eficazmente por los desafíos del cambio climático, fomentando un futuro más sostenible y resiliente para su población”, concluye el documento.

Acerca del SISSA
El Centro Regional del Clima para el sur de América del Sur (CRC-SAS), a través de su Proyecto SISSA (Sistema de Información sobre Sequías para el sur de Sudamérica), tiene como objetivos contribuir a reducir los considerables impactos económicos, sociales y ambientales de la sequía sobre la producción agropecuaria, generación hidroeléctrica, y navegación fluvial en el sur de Sudamérica, junto con mejoras en: (i) las capacidades institucionales regionales, (ii) la planificación y preparación, y (iii) la gobernanza de la gestión de riesgos.
A través de mapas y visualizaciones útiles para monitorear el estado actual e histórico de la sequía, la información que suministra es de vital importancia para anticipar los impactos esperables en sectores económicos y comunidades. Además, el SISSA fomenta la planificación y preparación anterior al evento de sequía, de manera de mitigar sus daños, aumentar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad.
En la iniciativa participan servicios y direcciones de meteorología, agencias gubernamentales, instituciones académicas, organizaciones no gubernamentales y el sector privado de los seis países miembros del CRC-SAS: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. El intercambio de experiencias y capacidades resulta un componente clave destinado a enriquecer y fortalecer las acciones que se llevan a cabo tanto a nivel país como en toda la región sur de Sudamérica.
Sobre EUROCLIMA
EUROCLIMA es un programa financiado por la Unión Europea y cofinanciado por el gobierno federal de Alemania a través del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ), así como por los gobiernos de Francia y España. Su objetivo es reducir el impacto del cambio climático y sus efectos en 18 países de América Latina y el Caribe promoviendo la mitigación y adaptación al cambio climático, la resiliencia y la inversión.
El Programa se implementa bajo el trabajo sinérgico de siete agencias: Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Expertise France (EF), Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP), Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) GmbH y el Programa de la ONU para el Medio Ambiente.
Acerca del sector Reducción y gestión del riesgo de desastres: sequías e inundaciones
A través del componente Gestión del Riesgo del programa EUROCLIMA+ se implementan un total de siete proyectos. Las acciones financiadas bajo este componente buscan contribuir a la gestión del riesgo de desastres, específicamente en el caso de sequías e inundaciones, tomando como referencia el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 y los compromisos adoptados por los países en su lucha contra el cambio climático. Los proyectos financiados a través de este componente están orientados a la gobernanza, planificación y desarrollo de marcos regulatorios; a la información, comunicación y alerta temprana; y a la inversión en resiliencia ante los efectos adversos provocados por inundaciones y sequías.
Para más información sobre cada proyecto visite este link: https://www.euroclima.org/index.php/es/riesgo
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