Si bien la sequía ha sido considerada siempre una amenaza de significación para el país, la que viene sufriendo en la actualidad es una de las más severas. Denominada “megasequía”, desde 2008 se vienen presentando años con
fuerte déficit de precipitación en varias zonas, con baja acumulación de nieve, reducción en la recarga de acuíferos y retroceso frontal de glaciares. Esta falta de precipitaciones pluviales y nivales reduce los caudales de los ríos,
disminuye tanto las aguas subterráneas como los nutrientes del suelo y genera problemas en la biología y los ecosistemas.

 

En términos de superficie, el fenómeno de la sequía afecta a aproximadamente el 72 % de las tierras chilenas en alguno de sus grados –leve, moderado o grave–, lo que corresponde a unas 55 millones de hectáreas. La población
bajo algún riesgo de sequía asciende a unos 16 millones de personas, que equivale a casi el 90 % de los habitantes del país, distribuidos en 317 de las 345 comunas (Yaksic, 2020 a y b). La sequía provoca impactos en el medio natural: degrada los ecosistemas, altera la fertilidad de los suelos, afecta la diversidad biológica, aumenta la aridez, incrementa plagas y enfermedades en cultivos y ganado, y tiene resultados negativos en la salud de las personas. En la economía, tanto regional como nacional, puede causar recesión, desempleo, alzas de precios en los alimentos y pérdida general del bienestar.

 

 

Para conocer más, descargue el policy brief  Consolidando un plan nacional para enfrentar la sequía en Chile.